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sábado, enero 31, 2009

SALITRE EN LA CUENCA DEL GUAYAS



José Antonio Gómez Iturralde

Artículos Históricos

Los diputados en las Cortes españolas: José Joaquín de Olmedo y Vicente Rocafuerte, en su informe al ministro de Indias en 1814 aseguran que: “es tan grande la feracidad y abundancia de esta provincia que con otro fomento y bajo de otros auspicios sería hoy la más rica de América. Pero el vigor de la naturaleza abandonada a sí misma, sin brazos, sin cultivo, sin arte, se conserva casi entero bajo de este clima, y produciendo continuamente, parece no debilitarse jamás. Esta bondad del suelo fue despertando poco a poco el interés; el interés alentó el comercio y el comercio en pocos años introdujo el interesante tráfico que sostiene con provecho común y del Real Erario, contribuyendo todo a un portentoso aumento en la población que quizá no tendrá ejemplar”.

Como hemos dicho, la prosperidad guayaquileña se sustentó en las características definidas por su situación geográfica, recursos naturales y de ubicación como punto terminal de la extensísima red hidrográfica del Guayas. Pero, con el paso del tiempo se agregaron varios elementos externos, al punto de conducirla de manera casi exclusiva, al incremento de la producción y exportación de cacao a niveles insospechados.

Las reformas comerciales borbónicas fueron las primeras en influir. En 1774 eliminaron las restricciones al tráfico intercolonial, concediendo el libre comercio entre las distintas provincias americanas del Pacífico, el cual se extendió a la península por el Atlántico. La consecuencia inmediata de esta medida, fue la exportación de gran cantidad de cacao hacia Acapulco.

Pese a que cuatro años más tarde, ante la presión de los caraqueños se limitó la exportación, la producción de cacao aumentó. “La política proteccionista presentaba, sin embargo, una fisura para Guayaquil: la Corona deseaba también proteger al cacao que se producía en Caracas, y que en Nueva España no podía resistir la competencia de una avalancha de cacao guayaquileño dado el bajo precio de éste. A ello se debieron las innumerables restricciones que durante casi dos siglos se pusieron al envío de cacao de Guayaquil a Acapulco, prohibiéndolo completamente en unos casos y limitándolo en otros”.

Estimulada por un nuevo elemento exógeno, como fue la demanda derivada de la recuperación demográfica y económica tanto de México como de España y de toda Europa Occidental (los más grandes consumidores), el cacao de Guayaquil se adueñó del mercado. Y, finalmente, otro golpe favorable se produjo por la reducción de impuestos y derechos aduaneros que, tanto para su salida de Guayaquil como para su entrada en cualquier puerto americano, se rebajaron a la mitad en 1776. Una total libertad comercial quedó establecida cuando en 1789 se derogó la restricción, y se permitió el libre comercio de cacao entre Guayaquil y México

Tres son por lo tanto los factores que influyeron en el auge económico de Guayaquil sustentado en el cacao: “la ampliación de mercados, la libertad de comercioy la política oficial proteccionista manifestada en la reducción de impuestos. Los guayaquileños sabrán aprovechar esta situación y en pocos años lograron que su provincia fuera una de las zonas productoras y exportadoras de cacao de primer orden, en menos de un siglo la más importante del mundo, y hasta la Primera Guerra Mundial el fundamental artículo de exportación de nuestro país, que por supuesto, era producido en la zona que históricamente había sido la gobernación de Guayaquil” (María Luisa Laviana).

Tras estas medidas promulgadas, que costó muchos años alcanzarlas, Guayaquil prosperó tanto que en poco tiempo se convirtió en la ciudad más rica de la costa meridional de América. Que a partir de su independencia fue la obsesión de Bolívar y San Martín por tomar posesión de ella. Esta es una historia que no se debe olvidar, que nos convoca a todos a preservarla.

CLARO QUE NO LA VAMOS A OLVIDAR JAMÁS, ESTA NUESTRA HISTORIA, SEÑOR ANTONIO GOMEZ ITURRALDE, amigo.