domingo, febrero 01, 2009

El agricultor de la Costa gana USD 4 al día

EL COMERCIO.COM
Vanessa Vera.
Redacción Guayaquil

En el país hay más de 842 000 trabajadores del campo. El 26% está en la Costa, según el Censo del 2000. Muchos de ellos reciben solo USD 4 ó 5 diarios por jornal.


El sol del amanecer golpea el rostro curtido de Isidoro Cruz. Con sus manos callosas y llenas de tierra empuña el machete y el garabato -una especie de gancho de madera- que durante 30 años han sido sus herramientas de trabajo.

Al pie de la vía a Daule (Guayas), limpia la maleza que dejó la lluvia en una hacienda del sector. Una gorra raída lo protege de los rayos caniculares. Con una camisa mangas largas -casi transparente por las continuas lavadas- se cubre de las picaduras de insectos y del roce del monte. Desde las 07:00, pasa agachado cortando montes, limpiando 100 metros cada día.

Cruz ha sido machetero desde los 13 años, ahora tiene 43. Su casa está en el recinto Río Nuevo (Pedro Carbo), donde tiene un pequeño terreno -más o menos una cuadra-, pero por falta de recursos no ha podido sembrar. “Siempre he sido jornalero, en mi casa no tengo pozo ni bombas y cuesta mucho iniciar un sembrío. Por eso tengo que trabajar para otros”.

El III Censo Agropecuario (2000) determinó que en Ecuador hay 843 000 agricultores, de los cuales 250 000 son trabajadores permanentes. El 46% es ocasional, es decir, labora solo en tiempo de cosechas y recibe un jornal por cada día de trabajo.

A Cruz le pagan USD 4 al día. Y con eso debe alimentar a los seis miembros de su familia. “Los días en el campo son difíciles”, le comenta a su compañero de jornada Vicente Franco, un hombre de pelo canoso y manos arrugadas que trabaja como jornalero desde los 12 años. Ahora tiene 62 y con USD 4 al día sostiene a tres hijos.

Ambos llegaron solo hasta primer grado. Entre sus hijos, el analfabetismo también es común. La falta de dinero, la lejanía de la escuela y la obligación de trabajar desde joven son las causas.

En el campo, el 22% de los trabajadores no tiene ninguna instrucción. El 65% solo llegó al nivel primario, mientras que el 8% cursó algún año de colegio. Solo 3% tiene una instrucción superior.

En el sector Las Aguas, en el cantón Isidro Ayora, trabaja José Óscar Pincay, quien es capataz en una hacienda de cacao. Está encargado de controlar a otros seis campesinos que, por ahora, riegan las plantaciones.

El agua sale de un pozo profundo y se succiona con una bomba eléctrica. Los jornaleros cargan el líquido en una poma sobre sus hombros y caminan 100 metros para llegar a la plantación. Por esa tarea ganan USD 5 diarios

Pincay también tiene 10 hectáreas, donde siembra maíz, maní y arroz. Pero el invierno arrasó con las plantas y perdió la mitad de su inversión, unos USD 750.
“No me queda más que buscar otras alternativas para no dejar de comer. Mis hijos no quieren saber nada del campo, porque aquí se trabaja para medio sobrevivir”.

Esa hacienda es de Jorge Moreira, un chonero que decidió invertir en el cultivo de cacao fino de aroma, por los buenos precios internacionales del producto.

Tanto los hacendados como los jornaleros son considerados agricultores. Aunque hay diferencia, reconoce Moreira, pues el dueño de la finca se esfuerza por conseguir el pago de los jornales. El trabajador pone su fuerza para sacar adelante los cultivos. “Ambos nos necesitamos, pero hay que aclarar que los jornaleros tienen sus condiciones, como el horario. Eso se respeta”, dice Moreira.

En los caminos empedrados, polvosos y lodosos -en época invernal-, que cruzan por los recintos productores de la parte alta de Guayas, se siente el abandono de la infraestructura moderna.

Rosa Holguín viaja 20 minutos a lomo de mula para llegar a una vía secundaria. Junto a su esposo recoge el arroz desde las 06:00, en su finca de Barranco Amarillo (Pedro Carbo). Una hora y media más tarde coloca tres sacos al pie del camino a la espera de un carro que la lleve a la piladora del pueblo. Por ahí solo circulan viejas camionetas con cajones de madera, que pasan cada hora por la vía.

En Guayas ya empezó la cosecha de arroz. Es común ver al filo de la carretera las grandes máquinas cosechadoras. Y a decenas de agricultores ensacando el grano.

En Daule, Jairo Guacón, su hermano Lauro, Carlos Peñafiel y Florencio Osorio chicotean el arroz; es decir, sacuden las plantas para desprender el grano. Luego lo colocan en las sacas para llevarlos a pilar. Ellos reciben USD 5 por jornada, que empieza a las 06:30 y termina a las 11:00.

Lauro Guacón sembró una cuadra a principios de año con una invirtió USD 700 que le prestaron en la piladora del recinto San Jacinto. Pero este año el costo de los insumos supera el valor del quintal de arroz. Y por eso cree que tendrá pérdidas con el cultivo, pese al buen precio del saco.

Él tiene 10 hijos y su esposa tuvo que buscar trabajo en Guayaquil hace un mes para ayudar en los gastos del hogar.

Con los pies descalzos y los talones agrietados y curtidos atraviesa el fango que cubre el cultivo. A las 11:00 termina su jornada y va hasta su casa. Cuatro de sus hijas lo esperan para el almuerzo.

A esa hora, Carlos Quinde llega a su casa de caña en La Victoria (Salitre). En la vivienda solo hay un ambiente, separado por una pared cubierta de viejos periódicos. En la sala tiene tres sillas plásticas, una mesa apolillada y una repisa con un televisor y un DVD.

En el dormitorio, una cama, un colchón y un hamaca sirven para descansar. Quinde, de 22 años, prefiere acostarse en la hamaca, luego de su jornada. Ahí piensa cómo hará para mantener la familia con los USD 4 que gana por cuidar una plantación de sandía.

La realidad rural tiene historias parecidas con diferentes rostros. Como Quinde e Isidoro Cruz que hacen una segunda jornada para ganar dinero extra. A las 12:30 retoman el camino al campo.

El campo en cifras
En la Sierra trabajan más de
568 000 agricultores, según el censo del 2000.
En la Costa laboran más de 220 000.
Los hombres representan el 74% de la actividad en el campo.
Unas 213 731 mujeres trabajan en la actividad agrícola.
En el país, hay 8,8 millones de hectáreas con títulos de propiedad.
Y casi un millón ocupadas sin un títulos.
Además, existen otras 93 189 hectáreas arrendadas .


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